domingo, 6 de marzo de 2011

La soberania del maltratado. por Silverio Perez

07 Septiembre 2010
La soberanía del maltratado
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El mundo civilizado prohibió la esclavitud, esto es, que unos seres humanos coarten la libertad de otros seres humanos. Aún así, cuando se abolió la esclavitud, algunos esclavos que desconocían lo que era ser libre, quisieron seguir siendo esclavos. Eso no quitó que la esclavitud fuera un delito contra la humanidad.

El coloniaje, esto es, que una nación ostente la soberanía de otra, también ha sido proscrita por el mundo civilizado. Aún así, algunos colonizados que no conocen lo que es ejercer la soberanía, quieren seguir siendo colonia. Eso no quita que el coloniaje sea un delito contra la humanidad.

En Puerto Rico, los que defienden la colonia, lo tratan de disimular y se han inventado la soberanía popular.

La soberanía del pueblo que los colonialistas defienden, reconoce el derecho de un pueblo a escoger un gobierno que no sea soberano. Bajo esa concepción filosófica de los nuevos ideólogos populares, el pueblo ejerce su soberanía al escoger un gobierno que, sin embargo, está impedido de contratar transportación marítima económica y eficiente para abaratar costos porque el Congreso de otro país se lo impide; que no puede tener diversidad en los costos y servicios de la transportación aérea; que no tiene acceso en el mercado mundial a medicinas baratas para su creciente población de edad avanzada; que no puede participar en mercados comunes con otras naciones de su región; que no tiene autoridad alguna sobre las comunicaciones de radio y televisión para que éstas reflejen los intereses culturales y morales del país; que no puede controlar los gastos de los partidos y campañas políticas; que no puede establecer tratados comerciales y culturales con otras naciones; que no puede determinar quién entra y sale del país; que no puede decidir por sí mismo nuevos instrumentos para atraer industrias a invertir para crear empleos; que no puede controlar la entrada de armas y drogas al territorio nacional; en fin, que en medio de una crisis social, económica y política sin precedentes, tenemos un estado con las manos atadas para tomar las decisiones fundamentales que nos permitan salir de esa crisis gracias a esa bendita “soberanía popular”.

Los que defienden esa soberanía del maltrato, habitan en una casona, vieja y apolillada, a la que no se le hace un simple arreglo desde el 1952. Ahora, para hacerla atractiva al vecindario, rumbo a las elecciones del 2012, la quieren pintar de azul y blanco, para que se parezca a la mansión que les queda a la derecha. Mientras, para atraer incautos que le quedan a su izquierda, hablan de esa soberanía popular que ya hemos descrito.

La cúpula popular no conoce su base y la evalúa a través del cristal de sus propios miedos. No hay duda que hay mucha gente que, producto de la desinformación, de los años de coloniaje y del miedo inculcado a la libertad, tengan temor a ejercer su verdadera soberanía. Pues hay dos opciones: o se usa ese miedo genético para manipular a la gente rumbo a unas elecciones o se le educa para que escojan lo que mejor les conviene usando su libre albedrío. El miedo de la cúpula de los partidos es a perder sus posiciones de poder y sus puestos. Para mantenerlos están dispuestos a todo, incluyendo alimentar miedos y propagar falsedades.

El surgimiento de un movimiento que defiende la verdadera soberanía, la del derecho de un pueblo a organizarse política y económicamente sin intervención extranjera, ha puesto nerviosos a los inmovilistas que quieren mantener sus puestos, en el gobierno y en los partidos a los que pertenecen. La nueva consigna es: lo prioritario es cambiar al Fortuño Azul por el Fortuño Rojo y olvídense de esa lista de cosas que no podemos hacer por ser colonia, eso lo resolveremos después con uno que otro parchito. Y mientras tanto el País se nos sigue yendo por el barranco.

De la misma forma que no es aceptado que una mujer maltratada reclame que nadie se meta en su matrimonio porque ella tiene derecho a escoger ser maltratada, hay que decirles basta a aquellos que propagan la mal llamada soberanía popular, la soberanía del maltratado.

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